3 oct 2012

YO VIVÍA EN UN MUNDO.

   Yo vivía en un mundo en donde los rumores sólo eran rumores. En donde la noticia era lo verificable, no el cotilleo.
   Yo vivía en un mundo en donde la primicia era el deporte, no la prensa rosa. En donde el día clave era el de el partido de turno y no los gestos.
   Yo vivía en un mundo en donde los jugadores podían llevar cualquier vestimenta debajo que no suponía una ofensa al entrenador. En donde las relacionas personales ajenas a la actividad deportiva carecían de importancia alguna.
    Yo vivía en un mundo en donde se contrastaba la información. En donde las deducciones partidistas carecían de validez.
   Yo vivía en un mundo en donde el centro de la noticia era un partido de fútbol, no el supuesto enfrentamiento entre un determinado jugador y su entrenador. En donde un partido de la Copa de Europa levantaba expectación por sí mismo y no la titularidad de un determinado jugador por venganza o castigo... y no por decisión técnica (según los interesados, que no los protagonistas).
   Yo vivía en un mundo en donde la palabra de un jugador o entrenador era considerada ley. En donde esa misma palabra no era cuestionada ni menospreciada por el mero hecho de que interesa para crear más expectación,  audiencia o venta de periódicos. 
   Yo vivía en un mundo en donde la prueba era la base. En donde la interpretación no era la verdad.
   Yo vivía en un mundo en donde que un jugador se intentara colocar el calzoncillo en mitad de un partido (ejemplo inventado, pero todo se andará) que se ha metido por la zona que separa ambos glúteos no era un insulto descarado a su entrenador... o a todos los presentes en el campo. En donde es natural llevarse mejor con unos que con otros y no suponer ésto una ofensa ni menosprecio alguno.
   Yo vivía en un mundo en donde la malicia, la picaresca, las malas artes y la mentira eran un gesto anti-deportivo y no una forma de vida y mucho menos la base de juego de un determinado equipo. En donde esas acciones eran anómalas y no un sistema de juego. Donde Cesc, Villa, Busquets, Alves, Piqué,... tenían que haber sido expulsados del mundo del fútbol.
   Yo vivía en un mundo donde un jugador no osaba decirle al árbitro como y donde colocar la barrera y negarse ha tirar la falta hasta que se cumpliera su voluntad. En donde a ningún jugador se le permitía arbitrar quitándole el poder al juez de la contienda, por muy argentino que sea y haya ganado muchos premios.
   Yo vivía en un mundo en donde el tema en los bares eran los partidos jugados, no las relaciones amorosas de los jugadores y su "repercusión" en el equipo. En donde se sabía que los jugadores eran humanos y podían tener relaciones personales de manera libre sin que nadie centrara la atención en ellas.
    Yo vivía en un mundo.

    Postdata: Ánimo Puyol!. Lo cortés no quita lo valiente.

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