Raúl cuelga las botas. El último jugador merecedor de llevar el 7 en el Real Madrid. Ese "niñato" que debutó con apenas 17 años jugando un magnífico encuentro contra el Zaragoza, a pesar de fallar grandes ocasiones de gol.
Apareció en un momento convulso, no por nada no previsto, pero si preocupante. Le conocimos cuando "La Quinta del Buitre" daba sus últimos coletazos. Cuando el último hermanamiento puro del madridismo llegaba a su fin. Llegó justo cuando el Real Madrid original, el de verdad, estaba muriéndose. Y llegó para dirigir futbolísticamente una transformación para mi (y probablemente para él también) penosa, a base de valores clásicos.
Ha sido el puente sobre el que se asentaron los últimos rescoldos de la pureza, y la actual modernidad. El ultimo jedi. Es el que ha enseñado a los últimos padawan (Sergio Ramos entre ellos) unos valores que llegan a su fin y se van diluyendo cada vez más.
Pero empecemos por el principio. Para mi nunca habrá otro como D. Emilio Butragueño y su Quinta. Don Emilio era el virtuosismo personificado. Puro arte. Un David que se jactaba de cualquier Golliat que se cruzara en su camino. Era delicadeza dañina. Puro arte. Ambrosía.
Era espectacular verle jugar. Un "renacuajo burlón" con una calidad sólo al alcance de los más grandes entre los grandes. De él se ha dicho que paraba el tiempo. Y es verdad. Cuando cogía la pelota el tiempo se ralentizaba. Veía lo que los demás éramos incapaces de tan siquiera imaginar, y hacía lo que nadie podría ni soñar.
Pero es ley de vida y eso tenía que acabar.
Y como eso se acababa yo, imbécil redomado, llegué a odiar a Raúl. Quién era ese niñato que dejaba en el banquillo a D. Emilio?.
Hoy lo puedo responder, era D. Raúl González Blanco.
Aunque parezca mentira me acuerdo de su debut. Estaba viendo el partido en un pub por Madrid con los "colegas" y maldecí todas y cada una de las ocasiones por él falladas... y el resto de sus compañeros. No pudo empezar peor, pues perdimos ese encuentro. Pero él sólo, con 17 años, se echó el equipo a la espalada. Y a mi me jodió: Quién se cree ese chaval que no tiene ni mi edad (yo tenía 18) para hacer eso?. Y ese es el que suplirá a Butragueño?.
Pues siendo honesto no lo suplió. Abrió su propio camino.
Y quién dice camino, podría decir autobahn, y no sólo por el Schalke.
Era muy diferente a mi otro Dios. Butragueño era pura delicadeza. Raúl un guerrero, un vikingo. Butragueño es técnica y clase en estado puro. Raúl pundonor y guerra hasta el último aliento. Butragueño un cristal de bohemia. Raúl una litrona.
Su calidad era notable, pero no sobresaliente ni prodigiosa como en un alto porcentaje de los compañeros que tuvo durante su carrera. Pero su amor propio, garra, honestidad y sentimiento puro por los colores lo colocaba por encima de ellos en esas, y otras facetas. Lo mejor de Raúl es que su peor nota, dentro de todos los valores a tener en cuenta (clase, técnica, lucha, defensa, visión de juego, desmarques, combinaciones, picardía, oportunismo,...) es un 7,5, lo que le hacía ser un jugador más que sobresaliente.
Butragueño fue un poema del "fénix de los Ingenios". Raúl fue D. Félix Lope de Vega y Carpio.
Pero si hay 2 cosas que destacaron en Raúl fue su verdadero amor al Real Madrid y su personalidad.
Él tenía claro que quería y que eso lo iba a defender con su vida. El resto le sobraba. Le sobraba la imagen y le sobraba la prensa. En definitiva, le sobraba lo superfluo.
Le sobró el nuevo y actual fútbol.
Y este es el único motivo por el que fue el principal protagonista de la mayor injusticia personal en la historia de tan noble (por lo menos lo era) deporte. Que no le entregaran el balón de oro. Especialmente el año en que se lo concedieron al "más moderno", comercial y simpático Michael Owen.
Raúl era fútbol, no comercio.
Raúl fue el estandarte del Real Madrid desde el primer minuto en que debutó. Y lo fue habiendo estado rodeado de unos tales Zidane, Beckham, Ronaldo, Cristiano, Owen, Robben, Figo, Laudrup, Roberto Carlos,...
Sorprendentemente innumerables grandes jugadores fueron fichados para suplirle, dejándoles el 7 blanco finalmente en el banquillo. Nada ni nadie pudo jamás con él.
Hay jugadores únicos, más o menos dotados, pero que hacen a su equipo especial, sino son ellos el equipo en si mismo. Quizás a lo largo de toda la historia sólo hayan existido 3 ó 4 como ellos y sin duda Raúl está ahí. Hablo de gente como Cruyff, que hizo grande al Ajax, al Barza y a su inolvidable selección. Raúl hizo aún más grande al Real Madrid. A una selección española, especialmente la dirigida por Camacho (para mi la que más ha merecido y mejor ha jugado desde que tengo uso de razón) a la que sólo el escandaloso arbitraje en el Mundial de Corea contra la anfitriona privó de su merecida corona, y que era temida por tener entre sus filas al eterno 7.
Déjenme que me ría del que para muchos ahora piensan que es el mejor jugador del mundo, ese delincuente estafador y drogadicto de Messi, que cuando sale del barza (selección argentina) es, no sólo un jugador normalito, sino mediocre (teniendo en cuenta que está rodeado de grandísimos jugadores) y como muestra decir que en su mejor resultado histórico (pasado mundial) desde que él está en su selección, el mejor de su equipo fue Mascherano!!!!!! acompañado muy de cerca por Dí María.
Pero volviendo a lo que nos interesa y como ya mencioné, Raúl hizo más grande al Real Madrid, a la selección española, al Schalke 04, Al Sadd y al New York Cosmos.
Solamente comprueben el respeto, admiración y dolo cuando el 7 eterno se despidió del conjunto alemán. Un equipo que hasta su llegada rondaba la tabla media baja de su liga, y él lo subió a la élite europea en los escasos 2 años que estuvo. Se marchó, y el equipo de Gensenkirchen volvió a su "cruda" realidad. Si bien el salto que dieron con Raúl, creo que ha sembrado una tierra que en breve será muy productiva.
Llevo días intentando seleccionar una imagen que le defina. Me surgen decenas de ellas, pero una que se repite hasta el infinito. Verle firme, con el mentón en alto, la mirada perdida en el infinito, concentrado, serio y emocionado mientras escucha formado el himno nacional con su selección, con su Real Madrid o el himno de la Champion. Su pose, su mirada, sus facciones rígidas a la espera del estallido de la batalla que está a punto de empezar y en la que daría su vida para defender a sus amados colores. Ese es Raúl.
No he querido enumerar sus maravillosos números y logros. No son sus records (goleador selección, champions,...) o innumerables copas conseguidas lo que me interesaba de él. Los números son algo frío. Él es caliente. Pura fricción.
Se va un caballero del deporte. Una persona íntegra y fiel. Alguien que se supo hacer a sí mismo y que no fue marioneta de nadie. Se marcha un caballero de los pies a la cabeza. Un jugador que nunca, nunca recibió una tarjeta roja en más de 21 años de carrera. Un mito cuyo mayor "desvarío" (cuando "mandó callar" al Campo Nuevo) fue tan elegante como significativo. Nos abandona mi último mito. Nos abandona el fútbol de antaño. Una parte de ese deporte muere con su despedida. Quizás su parte más hermosa. El fútbol no será lo mismo. Hasta siempre, eterno Capitán.
Raúl era fútbol, no comercio.
Raúl fue el estandarte del Real Madrid desde el primer minuto en que debutó. Y lo fue habiendo estado rodeado de unos tales Zidane, Beckham, Ronaldo, Cristiano, Owen, Robben, Figo, Laudrup, Roberto Carlos,...
Sorprendentemente innumerables grandes jugadores fueron fichados para suplirle, dejándoles el 7 blanco finalmente en el banquillo. Nada ni nadie pudo jamás con él.
Hay jugadores únicos, más o menos dotados, pero que hacen a su equipo especial, sino son ellos el equipo en si mismo. Quizás a lo largo de toda la historia sólo hayan existido 3 ó 4 como ellos y sin duda Raúl está ahí. Hablo de gente como Cruyff, que hizo grande al Ajax, al Barza y a su inolvidable selección. Raúl hizo aún más grande al Real Madrid. A una selección española, especialmente la dirigida por Camacho (para mi la que más ha merecido y mejor ha jugado desde que tengo uso de razón) a la que sólo el escandaloso arbitraje en el Mundial de Corea contra la anfitriona privó de su merecida corona, y que era temida por tener entre sus filas al eterno 7.
Déjenme que me ría del que para muchos ahora piensan que es el mejor jugador del mundo, ese delincuente estafador y drogadicto de Messi, que cuando sale del barza (selección argentina) es, no sólo un jugador normalito, sino mediocre (teniendo en cuenta que está rodeado de grandísimos jugadores) y como muestra decir que en su mejor resultado histórico (pasado mundial) desde que él está en su selección, el mejor de su equipo fue Mascherano!!!!!! acompañado muy de cerca por Dí María.
Pero volviendo a lo que nos interesa y como ya mencioné, Raúl hizo más grande al Real Madrid, a la selección española, al Schalke 04, Al Sadd y al New York Cosmos.
Solamente comprueben el respeto, admiración y dolo cuando el 7 eterno se despidió del conjunto alemán. Un equipo que hasta su llegada rondaba la tabla media baja de su liga, y él lo subió a la élite europea en los escasos 2 años que estuvo. Se marchó, y el equipo de Gensenkirchen volvió a su "cruda" realidad. Si bien el salto que dieron con Raúl, creo que ha sembrado una tierra que en breve será muy productiva.
Llevo días intentando seleccionar una imagen que le defina. Me surgen decenas de ellas, pero una que se repite hasta el infinito. Verle firme, con el mentón en alto, la mirada perdida en el infinito, concentrado, serio y emocionado mientras escucha formado el himno nacional con su selección, con su Real Madrid o el himno de la Champion. Su pose, su mirada, sus facciones rígidas a la espera del estallido de la batalla que está a punto de empezar y en la que daría su vida para defender a sus amados colores. Ese es Raúl.
No he querido enumerar sus maravillosos números y logros. No son sus records (goleador selección, champions,...) o innumerables copas conseguidas lo que me interesaba de él. Los números son algo frío. Él es caliente. Pura fricción.
Se va un caballero del deporte. Una persona íntegra y fiel. Alguien que se supo hacer a sí mismo y que no fue marioneta de nadie. Se marcha un caballero de los pies a la cabeza. Un jugador que nunca, nunca recibió una tarjeta roja en más de 21 años de carrera. Un mito cuyo mayor "desvarío" (cuando "mandó callar" al Campo Nuevo) fue tan elegante como significativo. Nos abandona mi último mito. Nos abandona el fútbol de antaño. Una parte de ese deporte muere con su despedida. Quizás su parte más hermosa. El fútbol no será lo mismo. Hasta siempre, eterno Capitán.