El partido de hoy, que acabó con un 3-0 a nuestro favor, fue contra el Sevilla. Contra un gran Sevilla. Un Sevilla que como lleva pasando en los últimos partidos jugados contra ellos, mereció mejor suerte. No en el devenir de la victoria, pero sí en el de el resultado. Me gustó el Sevilla. No salió como el resto de equipos a defenderse. Tampoco fue el paradigma del ataque. Fue más bien equilibrado en ambas propuestas. Aún así fue curiosa su forma de plasmar esto sobre el terreno de juego, pues no sé si por deferencia histórica hacia Almanzor, más que ataques hacían razias. Se podían tirar más de 10 minutos intentando hacer cosas que no producían nada decente, como que en apenas 2 minutos creaban más peligro y no dejaban salir a los nuestros de nuestro campo, para volver a no producir nada. Y así al menos en 3 ocasiones.
Centrándome en el Real Madrid diré que también me gustó. Más que en el juego en sí, en el renacer de un gran sistema. Volvimos a adelantar la defensa hasta prácticamente el centro del campo, volvimos a presionar arriba, volvimos a controlar el partido, volvimos a maniatar al rival. Volvimos al Real Madrid del pasado invierno y que tanto he echado de menos.
Bueno, para ser justo diré que el partido no salió tan bien como en los jugados en aquellos meses invernales, pero si lo intentamos. Dio cierta sensación de estar un tanto oxidados en las facetas a realizar con ese planteamiento. No obstante apoyo la intención y con un poco más de insistencia sé que volveremos a ser los mismos y lograremos desentumecer la esencia futbolística. Me volvió a gustar el juego de nuestro equipo.
Si unimos las razias con nuestro juego y el cierto entumecimiento salió lo que se pudo ver en el Santiago Bernabéu, un partido tan extraño como el tiempo reinante. Tan pronto estaba todo cubierto de nubes, como con un sol radiante. Podía llover torrencialmente, como no caer nada. Llovía con un sol radiante y no lo hacía con nubes. Refrescaba un poquito y después te asabas de calor, para volver a taparte pues volvía a llover y cubrirse el cielo. 90 minutos viendo un buen partido de fútbol contra un buen rival a la vez que cada 5 minutos debías ponerte la capucha, quitártela, volvértela a poner, quitar el abrigo, volverlo a poner, quitárselo de nuevo, dejar sólo la capucha,... y así hasta el final.
Pero como todo en la vida empezaré por el principio: un cuasi vacío Bernabéu recibió a los jugadores cuando salieron a calentar. Todos los presentes aplaudimos, especialmente a Sergio Ramos. Y muchos agradecimos la presencia en el once titular de Granero.
Desviándome un poco diré que llevo tiempo fijándome en el porcentaje de acierto de los delanteros en el calentamiento de cara a portería y apunto estaba de hacer una tesis con ello, cuando llegó el partido de semifinales contra el Bayern y me echó todo por tierra. Es curioso que en el entrenamiento, contra más marran cara a portería, más acierto tienen luego en el partido y viceversa. Al principio me asustaba y me decía: si jugando con compañeros fallamos tanto..., en el partido ni te cuento. Pero no, es justo al revés. He de preocuparme cuando metemos todo en el previo al partido. Pero éste no fue el caso de este calentamiento.
Segundos antes de la salida de los jugadores los innombrables realizaron un tifo que refleja plenamente lo que es ser un buen aficionado. Nosotros a su lado les acompañábamos con banderas blancas y blancas y moradas. Creo que el mensaje fue más que claro y conciso y fue muy parecido a parte de la letra de una de las canciones que por allí se cantan "... en las buenas, en las malas". También a destacar el apoyo de los nuestros a Canales. Ojalá se recupere pronto y vuelva con nuestra camiseta puesta al Bernabéu.
Ya en el propio partido sorprendió la primera jugada de peligro del Sevilla que como no, acabó en gol. Para mí legal, pero el árbitro no lo vio de la misma manera. Pero bueno, del árbitro hablaré más adelante.
Tras ésta parece que el Madrid se entonó y empezó a doblegar al Sevilla a base de una mezcla de juego horizontal y vertical que llegó a desesperar a los hispalenses, qué quién sabe si por ello, realizó su primera aceifa. Pero no pasó nada. Pasaron 3 ó 4 minutos... y todo otra vez controlado. Controlado y casi atado, pues apareció CR (volvió a pecar en un par de ocasiones de su negativa a defender y regresar rápido a su puesto tras perder el balón) para meter un gran gol.
Pocos minutos después y tras un control del partido bastante aceptable de los blancos, alguna ocasión errada y decisiones arbitrales "dudosas" pitadas siempre contra nuestros intereses, llegó una segunda razia sevillista en la que fallaron dos claras ocasiones, una de ellas una vaselina de Negredo. Hay que reconocerles que entraban bastante bien por las bandas, especialmente por la de Navas.
Tras estos momentos, nuevo dominio y control blanco con alguna ocasión aislada y nuevas decisiones polémicas arbitrales siempre pitadas perjudicándonos. Nueva razia sevillista, menos duradera y peligrosa, para llegar a un nuevo control madridista hasta el final de la primera parte y que no soltaría durante toda la segunda. Habíamos reconquistado finalmente Al-ándalus.
La segunda parte fue completamente nuestra, sólo al final del partido los andaluces se acercaron con relativo, muy relativo peligro. En estos segundos 45 minutos logramos dos goles más, ambos de Benzema y pudimos hacer algún otro.
Movimos el balón con criterio y no dejamos hacer prácticamente nada al Sevilla. Quizás pecamos de cierto exceso de confianza en algunas acciones y quizás nuestro juego se decantó en exceso por la banda izquierda de ataque del Real Madrid, siendo un poco predecibles en ese sentido. Aún así dimos buenos sustos al Sevilla e hicimos alguna jugada para enmarcar.
Sobre el minuto 70 ambos conjuntos levantaron el pistón. Pareciera como si hubieran hecho un pacto de no-agresión o "no más-agresión" (según quién fuera) y el partido bajó unos pocos enteros. De todas formas algún gol más le pudo caer al Sevilla y ellos, casi al final, hicieron su jugada más peligrosa de su segunda parte.
Mientras tanto el Bernabéu empezó a cantar el "campeones, campeones, oé, oé, oé" que tanto añorábamos y echábamos de menos (en liga). Un Bernabéu que a pesar de las inclemencias del tiempo y el varapalo de la Champios estuvo a la altura de las circusntancias y algo más animoso de lo que acostumbra en partidos sin la importancia de el de el pasado miércoles. Por supuesto, empujados por los que nunca dejan de animar.
¿Y del árbitro qué decir?. Mejor no digo nada, no quiero empañar este partido hablando de él. Un partido en el que el Sevilla mereció más suerte cara a portería rival y en el que los nuestros casi añadieron la "s", esa "s" con la que acaba la palabra campeones.
Postdata: ¿Qué opinará el Rayo Vallecano sobre la vigésima letra?
Postdata II: Perdón por los improperios.
Tras estos momentos, nuevo dominio y control blanco con alguna ocasión aislada y nuevas decisiones polémicas arbitrales siempre pitadas perjudicándonos. Nueva razia sevillista, menos duradera y peligrosa, para llegar a un nuevo control madridista hasta el final de la primera parte y que no soltaría durante toda la segunda. Habíamos reconquistado finalmente Al-ándalus.
La segunda parte fue completamente nuestra, sólo al final del partido los andaluces se acercaron con relativo, muy relativo peligro. En estos segundos 45 minutos logramos dos goles más, ambos de Benzema y pudimos hacer algún otro.
Movimos el balón con criterio y no dejamos hacer prácticamente nada al Sevilla. Quizás pecamos de cierto exceso de confianza en algunas acciones y quizás nuestro juego se decantó en exceso por la banda izquierda de ataque del Real Madrid, siendo un poco predecibles en ese sentido. Aún así dimos buenos sustos al Sevilla e hicimos alguna jugada para enmarcar.
Sobre el minuto 70 ambos conjuntos levantaron el pistón. Pareciera como si hubieran hecho un pacto de no-agresión o "no más-agresión" (según quién fuera) y el partido bajó unos pocos enteros. De todas formas algún gol más le pudo caer al Sevilla y ellos, casi al final, hicieron su jugada más peligrosa de su segunda parte.
Mientras tanto el Bernabéu empezó a cantar el "campeones, campeones, oé, oé, oé" que tanto añorábamos y echábamos de menos (en liga). Un Bernabéu que a pesar de las inclemencias del tiempo y el varapalo de la Champios estuvo a la altura de las circusntancias y algo más animoso de lo que acostumbra en partidos sin la importancia de el de el pasado miércoles. Por supuesto, empujados por los que nunca dejan de animar.
¿Y del árbitro qué decir?. Mejor no digo nada, no quiero empañar este partido hablando de él. Un partido en el que el Sevilla mereció más suerte cara a portería rival y en el que los nuestros casi añadieron la "s", esa "s" con la que acaba la palabra campeones.
Postdata II: Perdón por los improperios.