CARTA A LOS REYES MAGOS.

    Queridos Reyes Magos, sé que no me he portado como debiera, pero aún así he decidido escribiros. Y es que también sé que nunca merecí todos los regalos que me han dado hasta la fecha.
    En mi favor diré que este año por juego si estoy mereciendo más y mejores concesiones, pero creo que las mismas llegaron a su tope el año pasado, por lo que llevo varios días pensando que más pudiera pedir.
    Gracias a vuestra divina providencia me han concedido a primeros de este año tener más tiempo de descanso entre partidos ligueros y coperos que mi odiado vecino del centro derecha, pero claro, después de las gracias concedidas sobre ellos en años anteriores, esto me sabe a poco.
    Además, confieso que estoy un poco desilusionado con vosotros, y es que podría haber sido la primera vez en la historia que perjudicáramos al vecino, como estaba previsto, poniendo el mismo horario de su partido de fútbol con el de baloncesto. Finalmente he visto que le habéis regalado lo que históricamente es de justicia y así ha sido siempre, el evitar esa coincidencia, cambiando el horario por otro más apropiado y acorde, espero que sea la última vez.
    Tras mucho pensar, se me ha ocurrido que como no me basta el tener más descanso, estaría muy bien que a pesar del sorteo, al cual han de someterse y cumplir todos los clubs, sería bueno para mí que el partido de vuelta se jugara cuando yo digo y como yo digo. Y lo que yo digo es que no sea en Pamplona como salió en el sorteo, sino en mi palacio. Si te preocupa que dirá el resto del vecindario por haberme llevado yo ese extra, te aseguro que ya nadie se sorprendería por ello, están acostumbrados, como sabes, a aguantar peores fechorías. No obstante si quieres ponemos una escusa estúpida, no sé, algo así como que tengo que cambiar el césped o una estupidez parecida, creo que se lo creerán como han hecho en anteriores ocasiones. Considero que nadie pensará que debía haber cambiado el césped como la mayoría, o nada más acabar la temporada pasada o poco antes de empezar ésta, por mucho que no tenga escusa de plaga alguna o similar.
     Puesto a pedir, quisiera que los rivales no se presentaran a los partidos contra nosotros. No te preocupes, lo único que pediría a cambio es dar el partido por ganado 3-0 y la misma pena que me cayó el día que yo me negué porque me dio la gana a no jugar contra el Atlético aquel día del 2000. Nada. Pido esto último porque si bien (y no quiero repetirme mucho y presumir de ello tanto) últimamente lo hago mejor, está claro que lo haga como lo haga y gracias a vosotros, ganaré igualmente por lo civil o lo criminal, por lo tanto malgastar esfuerzos está mal en una época tan sombría como la actual, ya saben sus majestades, yo siempre pensando en el bien general y no en el mío propio.
    Por lo demás poco que solicitar, sólo desear que las cosas sigan como últimamente, permitiéndonos hacer lo que nos plazca y como nos plazca tanto dentro como fuera de los terrenos de juego, que nuestros jugadores puedan golpear a balonazos a los aficionados rivales sin problemas y puedan realizar insultos racistas a los rivales permisivamente, ahora bien, si insultan a alguno de los nuestros que nos dejen hacer el paripé y liarla como ocurrió aquel año en La Romareda, amenazando con no seguir jugando, y es que ya sabéis, somos capaces de hacerlo, y resultaría algo más difícil de explicar nuestra segura victoria en vuestros despachos.
     Por último decirles que al Rey Villar le dejaré junto a su despacho un kilo de estiércol para que lo disfrute como sólo él sabe y merece por los servicios prestados. Al Rey Platini una nueva depiladora para que se rasure y así poder hacerle gozar más si cabe que viéndonos en "la magnífica final de la champions" de este año pasado, deduzco que la que le regalamos hace algunos años ya está algo gastada por el continuado uso que ha de hacer con nuestras visitas. Al Rey Sánchez Arminio unas gafas de 3-D de las antiguas para que lo siga viendo todo en azul y grana. Y a los camellos que les acompañan un basito de agua, no se vayan a agotar con el continuo trabajo al que los someten con sus órdenes y mis exigencias.

    Siempre en sus entrepiernas.
   
                                     Fdo.: