21 mar 2015

SI PUDIÉRAMOS IGUALARNOS A ELLOS.

    Si pudiera igualarme a ellos (Barza y Bilbao), sería la bandera y emblema de cualquier dictador bananero y despreciable, caminando a su lado y aireando su adoctrinamiento a un pueblo que no puede huir de su impuesta incultura, ignominia y carencia de libertad de pensamiento, cultura, educación y respeto.
    Si pudiera ser como ellos, me provecharía del excesivo celo a la hora de cumplir las normas de educación y cortesía más elementales de mis "rivales".
    Si pudiera parecerme a ellos también sería un parásito.
    Si fuera ellos, sería un cerdo despreciable disfrazado de cervatillo víctima de un cazador sin escrúpulos.
    Si yo pensara como ellos, también provocaría y tensaría la cuerda hasta que esta se rompiera, porque pase lo que pase, siempre ganaré.
   Si mis ideales fueran como los suyos, también me orinaría en el rival y sus emblemas y símbolos, a sabiendas que éste no responderá y si así lo hicieran, sería la víctima y así lo vendería y me aprovecharía.   
    Si mi mente fuera tan retorcida, también pediría, por escrito, jugar un partido en la casa del rival directo y en la capital de un país al que quiero eliminar, y así poder mofarme en su cara y de paso vejar a millones de españoles, que por educación y admiración a las libertades, no se acercan a partirles la cara.
     Si yo me sintiera representado por esas camisetas, también iría a insultar, y en su casa, a esos ciudadanos que sé que no se pueden defender, entre otras cosas por principios, y porque vivimos en una sociedad en la que los verdaderos delincuentes y seres despreciables están más protegidos que los respetables y honrados. 
      En fin, que barza y bilbao hacen muy bien en solicitar ir a un sitio en donde nadie les quiere viniendo con las intenciones que ellos vienen. Más que nada, porque de todos es sabido que su último fin es propagar y promocionar aún más su analfabetismo y atacar, menospreciar e insultar a esos símbolos que tanto les han dado, tanto les dan y que de no ser por un lamentable lavado cerebral de sus instituciones, deberían ser también los suyos. que de hecho, lo son.
    Pero lo hacen porque se les permite. Cualquier persona con 2 dedos de frente, e aquí el quid de la situación, no iría donde no le quieren. A no ser que vaya con ganas de bronca o sea un sinvergüenza. O ambas cosas, como es el caso. Pase lo que pase, ganarán.
     Si la RFEF, porque así lo dice el légitimo dueño de la instalación, no deja jugar la final de S. M. El Rey en el Bernabéu, venderán, cosa que hacen como pocos, que están perseguidos y son mártires de una España opresiva e irrespetuosa. Si se les concede, podrán silvar, insultar, menospreciar y todo aquello que se les ocurra a millones de personas, más, que duda cabe, anunciar al mundo entero, su patraña independentista. De momento siguen tensando la cuerda y generando una tensión innecesaria, para el hombre de bien, pero muy necesaria para gilipollas aprovechados.
    La situación es tan simple, que todo el cuento que están montado sobra desde el principio, pero aquí, y como somos tontos, se les sigue prestando atención. Sírvase como ejemplo, entre decenas de cosas más, que ninguna institución, salvo el propio Real Madrid, es dueña del Bernabéu, por lo que pedir que se dispute allí la final a la RFEF, y más a sabiendas de que la respuesta es no a petición de los veredaderos dueños del Madrid, los socios, es una estupidez sólo al alcance de gente con esa denominación. Vamos, es como pedirle a cualquier  Ayuntamiento que dejen celebrar una fiesta en un local particular que previamente ha sido negada por su dueño. 
          Pero da igual, ellos tienen esa forma de pensar, de usufructear y de reirse de todo y todos. Saben sacar provecho de una sociedad aletargada. Saben como explotar a un pueblo todavía estigmatizado por épocas pasadas. Un pueblo que prefiere los eufemismos a la verdad. Prefiere poner la otra mejilla antes que repeler otra agresión. Un pueblo que sigue sin saber diferenciar una agresión con la legítima defensa. Un pueblo más pendiente del qué dirán, que de sus propios y verdaderos derechos y deberes. Un pueblo adormilado por unos políticos amedrentados y unos medios de información vendedores de lo políticamente correcto, en vez de lo correcto. Un pueblo al que alejan de la realidad. Un pueblo en donde lo correcto es ser víctima. 
      Si yo fuera ellos, también haría lo que hacen.
      Pero de momento no lo soy, y más importante aún, no quiero serlo. Por lo que sobretodo por el bien del respeto y la democracia, pero también por el temor a esta sociedad acojonada y con unas leyes mancilladas por un pasado aún presente, yo nunca dije nada ni escribí nada, pero si pudiéramos igualarnos a ellos...
    

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